domingo, 18 de noviembre de 2007

Q&A

Yo me hacía un lazo en la cabeza mientras me veía en el espejo. Carlos estaba sentado en mi cama viéndome también.

Le guiñé el ojo, terminé de peinarme y me dispuse a darle un beso, en el cachete porque aún era muy pronto.

Él me preguntó: "Mercela, ¿me quieres?" y yo le dije: "Como una pieza de rompecabezas a otra".

"No me gusta esa respuesta" dijo Carlos... Y era porque él sabía que primero había que probar con muchas piezas, para llegar a encontrarnos y encajar.

Aun así salimos juntos del cuarto viendo al piso y esta escena se repitió una y otra vez.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Los diez asaltos.

En la espera no advirtió nunca la historia que estaba haciendo en ese momento. La magnitud de la circunstancia lo consumía y lo cegaba al punto de no saber a ciencia cierta qué hacía.

En la mesa esperaba un teléfono por ser utilizado, y la lámpara prendida era la única testigo del asunto. Llegó a pensar que no había vértice posible entre los dos lados en cuestión.

La poca creíble disputa entre el aparato y él se había convertido en una lucha feudal. Su capacidad de razonar estaba tan corrupta que ya sólo podía pensar en todos los mecanismos que hacían posibles las telecomunicaciones y de cómo podrían ser afectados, todos y cada una de ellos, parte por parte, luego descubrió que nada podía impedir la libre comunicación, que estaba todo tan perfecto que arruinaba cualquier coartada, descubrió que era todo cuestión de rieles incompletos para el tren de la intención. La voluntad, entonces, se le puso en contra.



Para la que nunca escampa.

martes, 6 de noviembre de 2007

A por patillas por la sed

¡Asco! Fue lo pimero que escuchó Mikaela al bajar el último escalón de las escaleras.

Iba de salida a la fruteria a comprar patillas; pero al escuchar el grito de la conserje volteó a su derecha y la consiguió viéndose en el espejo.

No se trataba de una cucaracha o una rata que se había atravesado en su camino, era ella misma.

Mikaela no dijo nada y salió del edificio.

Lo último que se imaginaría Mikaela en su camino a la frutería era conseguir a una persona que se odiara a ella misma.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Cirugía

Se venía el vendaval, de sur a oeste, como siempre. Se veía incontrolable, haciendo ruido y anunciando todo lo que un vendaval puede anunciar.

La gente lo comentaba en las calles, los periódicos se jactaban de la noticia y las canciones y los cuentos ya hablaban sobre él.

La solución fue contundente: Un muro de contención hasta que sepamos qué hacer, dijo la autoridad alegando que eso, el vendaval, no podía pasar.

Así se calman los estallidos.